FINDE
En verano, acá, nunca hay agua.
Y (si eso fuera posible) los veranos que vienen serán peores.
147. Gracias por utilizar los servicios gratuitos de telefónica. En instantes le comunicaremos. Tururú, turú, tururú, turú. Tururú, tururú, tururú, turú. Oficina de informes buenos días, habla Sabina en qué puedo ayudarlo. Sí señor figura su reclamo pero ¿usted es Romero? Deletréeme su apellido por favor. Jota, u, hache, a, ene, té. ¿Di Ego? ¿Di Ego Ra Ul? Acá figura, en Saavedra ciento setenta y seis, el reclamo a nombre del apellido Romero. No, se habrán equivocado, ¿cuántos reclamos? ¿recuerda las fechas? Ahá, acá me figura informado el reclamo, eso quiere decir que de acá elevamos el reclamo y que el reclamo llegó a Obras Anitarias. Y qué número de celular.
Informo el reclamo, señor.
Desconozco.
Acá, lo que hacemos, elevamos el reclamo.
Señor. Desconozco.
Ya le digo.
Desconozco.
Mire. Aguárdeme un chiquitito. Aguárdeme un segundo. Hola. Señor. Mejor, llame a Defensa Civil. Lo que hacen, le cargan el tanque, con agua, no potable, eso sí, pero, por lo menos, para lavar la ropa, ducharse, el inodoro.
Llama el celular a Defensa Sí Vil. Llama. Llama. Llama. Llama. Llama. Llama. Llama. Llama. Llama. Llama. Llama. Llama. Llama. Tuc. Un tuc de que se corta. Dice también: emergencias: 103. Llama. Llama. Gracias por utilizar los servicios gratuitos de telefónica. En instantes lo comunicaremos. Tururú, tururú, tururú, turú. Turú. Oficina de informes buenos días, habla Sabita, en qué puedo ayudarlo. Dígame por favor su número de de ene í. Me deletrea el apellido por favor. ¿Diego solo? Ah, Di Ego Ra Ul. No, señor. Acá es Obras Sanitarias, señor. ¿Me puede informar por vapor?
¿Número de documento?
¿Apellido?
Lo escucho.
¿Y no sube?
Señor es la primera vez que lo escucho. Sí, el reclamo figura. Pero no tengo en este momento una respuesta satisfactoria. ¿Cuántos días lleva sin presión? Sí, pero le explico: Defensa Civil está, sólo por hoy, pero por hoy y nada más, lo que está haciendo, está haciendo un operativo que es cargar con agua no potable los tanques en las casas del barrio Decí Muero de La Frente, que no tiene,
que no tiene,
agua,
no ya baja presión como usted,
ahí no hay nada, pero nada, de agua, entonces, sólo por hoy…
Pero el operativo está abocado el todo por el todo al barrio Santiagueño de la Mente, usted está del lado de acá, así que no sé, no sé, sinceramente. Haga una cosa, vuelva a llamar a Obras Samaritanas, pero pida hablar con Pedro De Ángelis, con Pedro, De Ángelis, él es el encargado de toda la parte de Obras Solitarias, pida hablar con él.
Gracias, señor, que tenga un buen día.
El señor De Ángeli en este momento no se encuentra. Le solicito que exponga su caso. Dígame su nombre y apellido, por babor. ¿Puede deletrear su apellido? Perdone, ¿usted se comunicó con?
Sí, efectivamente, el reclamo está. Pero, sinceramente, no sé qué decirle. Yo, desde acá, no puedo solucionarle nada, no puedo aportarle una solución más que poner un tanque cisterna.
Ah, claro. Claro. Claro. Ya le digo, no se me ocurre… es más, mis padres viven en pleno centro y les pasa exactamente lo mismo, exactamente lo mismo, todos los veranos, y como viene la mano, me animo a pensar que el verano que viene es peor. Usted puede empezar por bajar el tanque. ¿Por qué está tan alto? Ah, claro. Debería bajarlo. Yo, ya le digo, a mis padres les digo, ellos viven en pleno centro, piensen en alquilar otro departamento porque los veranos que vienen van a ser peores. Porque no se trata de que no alcanzan los pozos que tenemos funcionando, no señor, es un problema de derroche, como no hay medidor, la gente malgasta el agua, llenan las piletas con agua corriente, ponen la bomba robadora y qué podemos hacer… Estamos trabajando en el tema legal. Para ver cómo entrar en las casas, pero sí, pero sí señor. No sabe cómo se achica el consumo cuando podemos…
Estamos trabajando el tema medidores también. No, señor, no sabe cómo baja el consumo cuando le empiezan a llegar boletas de diez mil pesos…
¿Ah no? Claro. Claro, lo entiendo perfectamente, pero ya le digo, a mis viejos les digo que vayan pensando en irse porque cuando se construyeron los edificios en el centro, y cada año va a ser peor, por cómo viene la mano con los calores y otros factores.
No, lo que voy a hacer, es mandar una cuadrilla para que por lo menos vean, para que vean, si se puede abrir un poco más la llave de paso. Quitarle la válvula. Quédese tranquilo. Acá dejo escrito que vaya cuadrilla.
Los veranos serán peores cada vez.
Menos mal que a veces Ulises o Jaime llaman y que más allá de las inconveniencias, con Vero tenemos lo que tenemos, y que sin agua no se podrá hidratar ni lavar ropa ni mantener las barreras de la higiene contra covid dengue o te besé pero se puede coger se puede cerveza, y que hoy es sábado y vienen nubes de brócoli con Fernando Cabrera y quedan tres latas frías, sí todo bien pero es marzo, empiezan las clases y otra vez la incertidumbre, recuperar horas de trabajo que cesaron en diciembre, tolerar el superyó institucional, no ser tan fóbico, reunirme con amigos, asistir a los eventos de reivindicación, calibrar la paranoia, macerar la timidez, la soberbia timidez, la soberbia, moderar la ingesta de cerveza, subir a controlar el nivel de agua acumulada y relojear de arriba el patio de la vecina que posa al sol ahí nomás de la pileta, al borde, en tetas, con una tanga o nada. Caradura. Cara dura. No tenés vergüenza. No tenés conciencia. Gente muriendo, hermanos que desconocemos caen mutilados, desnutrición en las provincias del norte, ¡ahí! no hay agua, caradura.
Defensa Vil inunda con mangueras de autobomba los tanques de agua de Decí Perro de la Suerte pero sólo por ayer hasta que todxs lxs vecinxs del barrio de suso se bañan por primera vez en el verano con su ducha, cargan cuatro veces el lavarropas, cuelgan pantalones de jeans, Pergamino es una factoría invisible de telas de jean, una madriguera de jeans, los calzones los han ido lavando en los fuentones con sus pelos y sus pieles, medias ya dejaron de usar incluso con zapatos, los pañuelos son todos de papel menos los míos que se apilan sobre nuestro lavarropas en reposo, los tanques empiezan a menguar, esta noche nada quedará del agua servida de bomberos y Defensa en Decí Quiero de la Fuente, los vecinos de mi manzana, sin embargo, llenarán de nuevo las piletas, la cerveza saldrá helada del freezer, el brócoli habrá dejado su lejano olor.
La ventana es la misma pero es el día lo que se viste de marzo,
jean usado sin lavar por meses con el olor de la arpillera.
No habrá cisterna, habrá veranos peores, y sin embargo, y sin embargo.
Julio Cortázar.
SEMANA
Creo en acuweather,
sus predicciones a tres días,
el porcentaje de probabilidades
de precipitaciones,
la cantidad de milímetros,
la recursividad de los fenómenos del clima…
Hoy es miércoles.
El lunes por la madrugada subí al techo a comprobar
si en efecto había y,
en efecto, había
agua,
no diré tres cuartos pero un sesenta por ciento.
Pero también hubo problema: el problema entonces
fue que me quedé con el caño en la mano:
no el caño-caño,
no el que sube,
sino el que empieza después del codo
cuando dobla ya por sobre la superficie del tanque:
niple, dijo Moncho.
Estaba reseco.
Se quebró solito, con sólo tocarlo con cierta firmeza.
Ahora había que rogar que no llegara ni una gota, para que no desparramara su orín sobre mi techo y sobre los patios de Nilda, de Juanita y de la que posa desnuda al sol al borde.
Llamo a Moncho con la urgencia.
Esperame, tres y media.
A las tres y media Moncho.
Arregla el bardo con una escalera,
un compañero y una caja de herramientas
cuyo idioma no descifro.
Dos niples (el más largo estaba igual de reseco, se quebraba con el viento).
Canilla.
Ojo el flotante.
Se larga a llover.
El drama fue empezar a trabajar ayer,
volver anoche tarde,
madrugar esta mañana,
consultar el pronóstico y
salir en la moto al nacional,
dejar primero a Vero cerquita del jardín,
llegar temprano,
fumar un poco de comienzo de año y
tomar la senda del acto público
de las diez
bajo una lluvia bíblica.
Oh accuweather de la reputísima madre que te re parió,
mi sola fe en vos deposité
para salir en moto a las siete porque
el porcentaje serio de probabilidades
(menos del cincuenta es chiquitaje)
empezaba después de las once.
La cara dura de quien reniega
por empaparse una mañana de verano
(tardío y sucio es el verano de comienzo de ciclo lectivo, diré)
ahora impulsa a este sujeto a lamentar
las pérdidas (cuaderno, trescientos treinta pesos)
y a preguntarse cómo carajo
conciliar la sequía y la inundación.
¿Lloverá? ¿Importará si llueve cuando se sabe que hay un techo para un auto, un auto para la lluvia, una lluvia para los pozos, un pozo para mi tanque, un tanque vacío para mi locura, una locura para el sentido de mi vida, una vida para mí, un mi para un la mayor, una mayor preocupación en cada sinsabor de cada día, un día para otro día, otro día para sufrir, un sufrir para suturar el vacío que no sutura el agua que no hay, un agua de diluvio para el poco casco, la campera, las carpetas y la moto, una moto para suplir la falta de auto, un auto para la lluvia, una lluvia importará?
Pero entonces también debería haber más
cielo hermoso gris de lluvia con un mediodía de ocio
porque
con estos horarios
no me ocupo hasta las nueve de la noche.
Gris nocturno y aire fresco de bifes
con puré.
Vero todavía sin ocupar el turno tarde, esperándote para tocarte recibiendo mails, yo esperándola para tocarla si hasta las nueve soy el lumpen que quiero ser. Truenos. Segura joda esta tarde. Furtiva,
jugando a los amantes
en horas de baja intensidad
cogiendo intensamente.
BOTONES
–Esto no empeora nada.
Silencio sepulcral,
ella da una media vuelta y pongo a andar sin agua el lavarropas.
Pero como esta vez, hubo cincuenta y cinco,
sí pero esta vez no sana
porque esta vez hubo palabras de violencia,
como cincuenta y cinco veces antes
de la vez cincuenta y seis.
No sé cuántas veces antes,
en verdad,
cincuenta y cinco es algo levemente más de dos por año,
en veinticuatro años.
Cuántas remeras, cuántas camisas, no son tantas,
no siempre me desquito con mi ropa.
Cuántas palabras performativas, tampoco tantas,
no siempre insulto,
no siempre insultamos.
No vino a empeorar nada
la vez cincuenta y seis
y desde entonces todo sigue igual,
igual que antes.
Me siento y anda el aparato solo casi:
no voy a escribir mi biografía.
Y como no voy a escribir mi biografía,
no puedo escribir.
El tamaño de un ego, según sus propias dimensiones
(todo el sentido de su ser es ego, ergo no importa lo poco o mucho si lo que existe es el globo ego), o sea, todo.
Bueno, pero entonces tendré que negociar,
si a vos te encanta,
sí pero no a mi compañera, no a mis hijos. No me aguantan
si bien no les importa, porque saben
que la vergüenza me la cocino solo
y la otra gente ya sabe qué pienso,
a quién me banco y
que falta de agua, acidez con vino y cuarenta y cinco años de varón
no empeoran nada.
Ella da una media vuelta y pongo a andar el Word que lava ropas.
Cuando me dispongo a seguir con esto,
se sienta en el silloncito de al lado,
me pregunta entonces cómo remontar,
y remontamos juntos barriletes.
Hasta la vez cincuenta y siete
vamos a aprovechar.
HÉROES
Por fin Alberto dicta la cuarentena (el dictador).
Morirán miles. Algunes, a causa del coronavirus.
Menos mal que el microcosmos de este héroe solitario
que echa panza, que bosteza, que se bajó un cartón y un sifón,
vació el frasco y el culito de un cemento de contacto que venció en el dieciocho (se adjunta informe), viene en algo de repunte ante las zarzas del destino ya que ahora, eterna aspiración de una mente sin proyectos, ser ñoqui es heroicidad.
Paso a informar.
Arranca el jueves,
podría ser lunes, podría ser viernes.
La puerta abierta, ventana abierta, la sensación de que todo es paz en medio de un teatro de operaciones policíaco militares, Alberto menta a Dios, que nos dio el don del tiempo, aplaudimos a nuestres profesionales de la salú salú y adentro.
Al vino, a las flores, y cuando llega la madrugada, manija.
Antes de la madrugada, claro, doy el recital más encendido de los últimos años.
Llega el alba, pinta el tolueno, la misma adrenalina. Palpitaciones, preparativos.
Por una temporada, treinta años atrás, fue mi droga de cabecera.
No sé cómo debería redactar mi diario del poxirrán porque para aquel universo era complejo, inefable, excitante y un no poder angustiante para transferir al verbo.
Algunas continuidades de aquellas sesiones:
Un déjà vu con el crujir de las bolsas, un encapsulamiento del ciclo vital a la sustancia, mi mundo, ajeno al dormir de mi madre y de mi padre, escenas de frustración antes de la asfixia y renovación de la búsqueda. ¿Qué búsqueda? La de la verdad.
Una serie de protocolos.
El ir aprendiendo el código de vez en vez,
acumulando frustraciones y
dándole a cada nueva caída
en la perplejidad
el signo ambiguo
de la experiencia para la próxima vida y
la desazón de una nueva oportunidad
filtrada entre los hilos de la malla de
la falta de palabras y la corta
y la equívoca
memoria de la revelación
por la barrera de una insospechable opacidad de lo primario.
A oscuras en una habitación sin aire,
con la taquicárdica necesidad de música,
con la histérica ansiedad por internet,
con dieciocho años de pajero,
mal criado en una confusión entre lenguaje edulcorante y lo real,
a oscuras, culminaban todas las enseñanzas.
La indecible zona de fronteras entre mundos:
una vaca, a las cuatro y media,
ya varios gallos antes,
el trino de no sé qué pájaro también,
los grillos,
y abundando, la cultura de masas,
un fato groso en Mónaco y otro,
o tal vez el mismo,
con un híbrido de mujer y víbora de Eta Hoffman (todavía no sabía),
la persecución de las agencias,
la revelación de un muerto.
Mis amigos imaginarios,
cuyas palabras de ingenio sólo se componían
en esquemas y en escenas inasibles.
La exposición al poder. El miedo.
Las enseñanzas de don Juan
en el organismo contaminado de Occidente.
Nada bueno podría resultar a corto plazo.
Me levanto el viernes con la admonitoria conclusión de Vero: no crecés más.
Y todo recomienza en la armonía del hogar,
compulsivo pasar en casa,
feliz, te diría,
los pibes se encuentran bien, hacen lo suyo,
pasará pronto, como sea,
¿regresará en algún momento la neurosis,
sola?
AGUA
Vuelve a escasear.
Y eso que abrieron
la válvula.
Con qué lavaremos
nuestras manos.
Vuelve el calor.
Obras Urinarias.
Feriado largo.
Solapa
la cuarentena.
Ganas de cagar. Cómo deslizar la palanca de la mochila.
Salir a comprar birra, cómo volver y lavar las manos sin tener que abrir
pijoteramente
cerrar
de inmediato
la canilla
hacer espuma
volver a abrir
pero ya
sin protección
enjuagar cuanto antes
cerrar de inmediato
claro que
sin protección.
Poner papas al horno.
La carne.
Cómo desengrasar
las asaderas
sin dejar correr
agua del caño
del agua caliente
hasta que esté caliente.
Hacer más hielo.
Para el vino con soda.
Otro poema.
Diego Juhant: Rancagua, Pergamino, Bs As, 1975. Licenciado en Literatura, docente, y autor de Una ciudad feliz (Milena Pergamino, 2020. Colección Milena Clandestina).