Reseña de Ultra Tumba, Leonardo Oyola (2020, Random House). Por Gabriel Forte: «Periodista juninense, lector lúdico. Cinéfilo en construcción. La objetividad es el peor de los engaños, como mantra». @gaboforte
Ultra/Tumba: el amor muerde
Las tradiciones y las traiciones se siguen o se perdonan, según los años que se lleven detrás de los muros. Amores, motines y muertas vivas, dentro del universo de Leo Oyola. El suburbano vuelve a alzarse.
Si Kryptonita fue nuestra Liga de la Justicia conurbana, Ultra/Tumba puede ser nuestro The Walking Dead conoce a Orange Is The New Black. El nuevo libro de Leonardo Oyola se mete dentro de una cárcel argentina, y lejos de las luces de Hollywood, narra el amor/desamor a mordiscos de una presa y una guardiacárcel. Pero claro, nada es tan sencillo y las cosas siempre pueden salir mal. Muy mal.
La Turca y la Oreiro son el motor de la historia. O en realidad su amor (prohibido y desenfrenado) se convierte en el motor que lleva adelante las 240 páginas del libro. Porque a pesar de que todo empiece con la ruptura de la relación intramuros, en las que ambas encuentran libertad, es esta relación la que mueve los hilos de todo lo demás. Una ruptura en el peor momento. Una ruptura cuando se empieza a cocinar un motín dentro del penal. Un motín de domingo, de domingo de resurrección.
Oyola escribió Ultra/Tumba mientras el éxito de Kryptonita traspasaba formatos, por eso pasaron cinco años entre un libro y el otro. Mientras Nafta Súper y su Liga de la Justicia del conurbano llegaban a los cines de la mano de Nicanor Loreti, más tarde a la tele en formato de serie, hasta volver al papel para ser un comic; Oyola transitaba por la oscuridad de la historia.
Y era tal esa oscuridad carcelaria en medio de un motín para definir el poder intramuros que, según contó en un reportaje a BePé: “Podría haber sido solamente el motín y funcionaba, pero cada vez tolero menos escribir de forma cien por ciento realista estos temas. Necesito que entre la fantasía”. Y la fantasía entra en modo de muertas vivas, mordiendo buscando la redención.
El lenguaje juega un papel indispensable en la novela. Cada palabra, cada frase, están en el lugar correcto. No se las puede pensar de otra manera. Desde la tonada de la Cordobesa, hasta el lunfardo tumbero, nada es al azar, nada parece artificial. Es la lengua que se habla y es la lengua que se escucha.
La religión vuelve a tener un peso específico dentro del texto. Como lo hace la música y la cultura pop de los ochenta. Oyola edifica su novela en su propia imaginería, que es muy parecida a la de los que nos criamos en los mismos años.
Como en Chamamé, el libro que le abrió las puertas del cielo, la traición juega un rol central en la historia. Y como en Chamamé la música hace lo mismo. Así como Pastor se creía un profeta y decía que Dios le hablaba recitando frases de clásicos del rock nacional, las canciones juegan un rol importante en Ultra/Tumba. Funcionan como el soundtrack de una película. Está ahí para darle más volumen a lo contado. Y uno puede ir leyendo y tarareando esos temas, casi al mismo ritmo.
Mujeres empoderadas dentro del peor de los mundos. Tres facciones, una revolución de muertas que buscan redención, pero también venganza, que transforma esa disputa por el poder, en un frenético escape hacía el interior del presidio para escapar de la muerte.
El libro se lee de un tirón, es para sentarse (o acostarse) y no dejarlo hasta ese final…”El frío de mi cuerpo pregunta por ti. Y no sé dónde estás. Si no te hubieras ido sería tan feliz No hay nada más difícil que vivir sin ti. Sufriendo en la espera de verte llegar”.
@gaboforte