Erótica, violenta y dulce es la poesía de Lezcano. Poesía de noches que solo se cortan con cuchillos, cervezas y paraísos crueles, tal vez, los únicos que existan.
Laureano cede su voz. El poeta es otro, son otros, sus “fantasmas”, quizás, pero también Juan Felman que se apropia y habla de manera punzante, crítica, y cruda.