Las astucias de José Pablo

A 40 años del final de la última dictadura cívico militar en nuestro país, del final del más cruento terrorismo de Estado; a 40 años del retorno a la democracia, tenemos la necesidad de defenderla -de formarnos para defenderla- en un contexto de absoluta fragilidad.

 

En el marco del ciclo FilosoQué, en la ciudad de Rojas nos reunimos todos los jueves de marzo para leer colectivamente el libro La sangre derramada. Ensayo sobre violencia política, del filósofo argentino José Pablo Feinmann.

El texto comienza proponiendo una crítica de la violencia política. “Crítica”, en el sentido kantiano. Un filósofo fundamental del canon occidental, Immanuel Kant, utilizó la palabra “crítica” no entendiéndola en el sentido de refutación, sino en el de conocimiento. “Criticar”, pensaba el ilustrado prusiano, es conocer las condiciones de posibilidad, los alcances y los límites de aquello que se piensa. Con el mismo espíritu, José Pablo Feinmann nos propone una reflexión sobre las condiciones de posibilidad, los alcances y los límites de la violencia política en nuestro país y, particularmente, de su momento hiperbólico: la última dictadura cívico militar.

Las condiciones de posibilidad del terrorismo de Estado: ¿cómo fueron posibles los campos de concentración, la tortura, los vuelos de la muerte y la apropiación de recién nacidxs?

Los alcances del terrorismo de Estado: ¿acaso no era la Ley de Obediencia Debida, un eufemismo de lo que realmente era: una ley de protección al torturador? Y en cuanto a los alcances del plan económico neoliberal impuesto por la dictadura, ¿lograremos derogar la ley de obediencia debida al poder económico?

Los límites que hemos construido como comunidad -orientados por las organizaciones de derechos humanos, fundamentalmente Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, y su traducción de venganza en justicia-: ¿no es curioso que los negadores de la justicia de ayer se busquen buenos abogados para los juicios de hoy?

De cara a una crítica de la violencia política, asumimos dos estrategias: en primer lugar, relevar los fundamentos teóricos que respaldan, interpretan y dinamizan los procesos sociales; en segundo término, ampliar la perspectiva en, al menos, dos dimensiones: temporal y espacial.

Para entender la última dictadura debemos retrotraernos a la dialéctica de la sangre derramada durante el siglo XIX, signado por el neocolonialismo británico, y detenernos especialmente en la dinámica que asume nuestra historia a partir de 1930 y la primera interrupción del orden democrático del siglo XX: el golpe de Estado perpetrado por las fuerzas armadas al mando del general José Félix Uriburu contra el presidente constitucional Hipólito Yrigoyen. Golpe fundamentado teóricamente por nuestros fascistas, y en particular por quien ostenta el desmesurado título de poeta nacional argentino: Leopoldo Lugones.

Para entender la progresiva radicalización de la violencia en la Argentina, debemos insertar dicha trama en los planos latinoamericano, tercermundista e internacional. Es preciso poner al peronismo -ese misterio político irreductible a otras experiencias y a otras tradiciones ideológicas- en diálogo con la tradición marxista. Para comprender las concepciones y las prácticas emancipatorias es preciso emparentarlas con la revolución cubana, el sandinismo nicaragüense y el gobierno democrático chileno de Salvador Allende, entre otros procesos fundamentales. Es decir, que la violencia política puede rastrearse no sólo en nuestros fascistas de los años ‘30, sino también en el vocabulario bélico de la estrategia política de ese parteaguas de la historia argentina que es el peronismo.

Con un Juan Domingo Perón pendulando entre líder obrerista y militar de la teoría de la guerra. Con una Eva Duarte que desde su bastardía plebeya desafía al líder obrerista. Con un John William Cooke que postula el entrismo: crear hechos revolucionarios que Perón no tuviera más remedio que aceptar. Luego, tras los bombardeos a la Plaza de Mayo, la proscripción del peronismo y el exilio de su líder, tras los fusilamientos de José León Suárez y el desarrollo de la resistencia peronista, es posible rastrear la violencia política en la tradición marxista, que va desde la metáfora de la partera de la historia (en el famoso capítulo XXIV de El Capital de Karl Marx), pasa por la noción de la vanguardia revolucionaria acuñada por Lenin y llega al voluntarismo del foquismo guerrillero guevarista.

La izquierda argentina protagoniza ese gran levantamiento de masas que fue el Cordobazo, y en su primer aniversario, la vanguardia iluminista de Montoneros hace su espectacular aparición con el secuestro y asesinato del general Pedro Aramburu. Los hechos se precipitan. Cae Juan Carlos Onganía; se lleva a cabo la reapertura democrática; el tercer Perón y su embanderamiento táctico con la derecha del movimiento; el asesinato del sindicalista José Ignacio Rucci; la muerte de Perón; el paso a la clandestinidad de Montoneros, quedando los cuadros de superficie de la izquierda peronista expuestos a la Triple A de José López Rega; el operativo de Monte Chingolo como uno de los procesos dinamizadores del golpe y la fecha más triste y macabra de la historia argentina: el 24 de marzo de 1976.

La trama latinoamericana, a su vez, se funde en la trama del Tercer Mundo, que conceptualiza la Teoría de la Dependencia y la Teología de la Liberación, y se levanta en armas en movimientos nacionales antiimperialistas, como la revolución argelina (en la que participa el teórico martiniqués Frantz Fanon contra el colonialismo francés) y la resistencia vietnamita frente a la invasión estadounidense.

En el aún más amplio y complejo plano internacional, es preciso situar el surgimiento de la categoría “Tercer Mundo”. Esta categoría identitaria (que supone otros dos mundos) surge en el contexto del tránsito de la Segunda Guerra Mundial (en que las potencias de la democracia liberal son aliadas del stalinismo soviético contra el eje fascista) hacia la “tercera guerra mundial” (en la que, a sabiendas de la capacidad armamentística del bloque opositor, las principales potencias de entonces: EEUU por occidente y la URSS por oriente, mantienen un alto al fuego en sus territorios, al tiempo que se disputan armamentísticamente el resto del mundo).

De modo que nuestra última dictadura cívico-militar puede interpretarse como una de las guerras calientes (acontecida en el Tercer Mundo) durante la guerra fría. Al menos así es interpretada desde la doctrina de la seguridad nacional en que se instruyen las fuerzas armadas que ejercerán el terror.

Ahora bien, la noción kantiana de “crítica” suponía la distinción sujeto-objeto. La filosofía del siglo XX viene a demostrar la inadecuación de esa distinción. Escribe al respecto José Pablo:

“Entre nosotros y la violencia se ha quebrado la relación sujeto-objeto. Se ha quebrado la adecuación. No podemos estudiar la violencia como un objeto exterior a nosotros. La violencia es parte constitutiva de nuestra subjetividad. De nuestra existencia. Somos parte del problema y por eso el problema nos atañe en totalidad […] se habrá notado -en la alternancia de pasajes escritos en tercera persona y en primera y, luego, en la creciente preponderancia de la primera- que el experimentador de este ensayo fue siendo atrapado por el sistema experimental.”

Nos estamos juntando a leer, bajo la sospecha de que debemos recuperar y fortalecer los lazos sociales que la dictadura quiso cortar. En cada uno de nuestros encuentros nos propusimos pensarnos desde las coordenadas que nos propone José Pablo Feinmann, y está sucediendo que compartimos anécdotas relacionadas con la censura, la persecución, la prisión y el exilio; recordamos a los desaparecidos de Rojas, nos indignamos con la impunidad de la complicidad civil y eclesiástica e imaginamos estrategias para instalar, mantener o profundizar en nuestra agenda sentimental los lazos de politicidad que la dictadura intentó interrumpir.

El ensayo La sangre derramada fue escrito en 1998, es decir, durante el menemismo, en plena consolidación democrática del proyecto neoliberal teorizado por la Escuela de Chicago e instalado en nuestro país por José Alfredo Martínez de Hoz. Es un texto que discute la teoría de los dos demonios presentada en el prólogo del Nunca más de la CONADEP, en analogía con los dos demonios que el neoliberalismo pretende haber superado tras la Segunda Guerra Mundial (el fascismo) y tras la caída de la URSS (el comunismo). Es un ensayo que intenta recuperar la dimensión utópica y anticolonialista de la causa Malvinas, con las dificultades que resultaron de la última aventura dictatorial, que tiró por la borda años de avances diplomáticos declarando una guerra que terminó en tragedia. Es un texto previo a la derogación de las leyes de Obediencia Debida y Punto Final, y a la reapertura de los Juicios a las Juntas. Sin embargo, pueden consultarse actualizaciones de estas reflexiones en el resto de la vasta obra de José Pablo.

En consonancia con este ejercicio de contextualización de esta obra, en nuestros encuentros hablamos, también, de las nuevas formas de control social, más sutiles e incluso hasta atractivas más. La revolución comunicacional, la virtualización de la vida y el consumismo, como grandes fenómenos del capitalismo tardío, que moldean nuestras subjetividades con criterios individualistas, competitivos y mercantilistas, lo que es decir “emprendeduristas”, desenvolviendo el modelo neoliberal y haciendo cada vez más frágiles nuestras democracias.

 

Frente a ello, insistimos en la necesidad de fortalecer espacios para pensarnos como comunidad, tal como lo hacía José Pablo Feinmann desde su filosofía, su literatura, su periodismo de lectura política, sus espectáculos teatrales, sus programas de radio y televisión. Acaso estos encuentros, en suma, acaso el ciclo FilosoQué sea, en cierta medida, un resultado inesperado de las astucias de José Pablo Feinmann.

 

Ezequiel Evangelista

 

Sobre el autor: Ezequiel Evangelista es profesor de filosofía, egresado de la Universidad de Buenos Aires. Es responsable de las jornadas de circulación y producción FilosoQué, un ciclo de actividades que, desde 2016, se realiza periódicamente en instituciones culturales y educativas. La iniciativa ha motorizado más de cuarenta encuentros en las ciudades de Rojas, Pergamino, Junín, Salto, Colón y Chacabuco. También se han dictado seis talleres presenciales en Rojas. El proyecto cuenta con una colección de libros de filosofía en la editorial Nido de Vacas.