«Bar minado», de Luna Piedras

Bar minado

por Luna Piedras*

Y corrí, corrí como nunca antes en mi vida.

Subí al auto y empecé a manejar, ni siquiera lo sabía usar muy bien, había sacado la licencia la semana pasada, pero eso no me importaba, con mi cartelito de principiante sólo sabía que tenía que irme y nunca volver.

Tenía las mangas manchadas por haberte tirado ese jarrón, por ahí no te acordás, el que me regalaste para mi cumpleaños. Bueno, yo sí me acuerdo, mi cumpleaños era el único día que te parecía importante, el único día del año que era diferente, después de las fiestas, claro. Los domingos también eran algo especial, si querés llamarlo así, venían mis viejos a comer. A quién engaño, todos los domingos eran igual de aburridos que los demás días, nos faltaba ir a la iglesia nada más, pero no sé por qué rezaríamos.

La última vez que fuimos a una iglesia, hace como cinco años, dijimos sí, “hasta que la muerte nos separe”, y pareció que te lo tomaste muy en serio. Pero no te culpo, a mí también me gustaba la sortija y el cuadro enorme en el pasillo de entrada con la foto cortando la torta del casamiento. Pero la torta había quedado en la heladera, pudriéndose. La única vez que la probaste dijiste que estaba rica pero después ni para merendar la sacabas, yo la congelaba y la descongelaba, cuando venían visitas a cenar preguntabas si querían un pedacito de torta para sacártela de encima.

Todavía me acuerdo el día que nos conocimos, cuando chocaste el auto en la tranquera del bar de mis viejos, el mismo autito azul. Estaba lloviendo un montón y estábamos por cerrar, hasta que escuchamos un ruido fuerte en la entrada. Justo esa tranquera te tenías que chocar de las ochenta que había, pero bueno al menos cogías bien. Después el bar se convirtió un tema cliché, toda nuestra relación se basaba en un bar, “el bar minado” decías vos cuando les contabas la misma historia a tus amigos, era como el sillón en Friends pero más pesado.

Cuando me propusiste casamiento fue en el mismo bar, en la época que estábamos de novios y vos venías a ayudarme. Mis viejos estaban ese día, y también los clientes, me sentía en mi propio cuento de hadas porque parecía la escena de una película de amor, porque querías demostrar en frente de todos cuanto me amabas. Ahora que lo pienso era una boludez, ¿qué hubieses hecho si yo decía que no? Los fines de semana mirábamos Año bisiesto, siempre decíamos que era nuestra película, porque hay un bar, obvio. La protagonista va a buscar a su enamorado al bar donde trabajaba después de dejar a su novio, con la diferencia de que vos no me viniste a buscar, me parece que al final no me amabas hasta que la muerte nos separe. Mientras me tocaban bocina en el semáforo en verde me puse a pensar en cómo podría romperte todos los vidrios del auto para después volverlo a llevar a tu casa, como en el video ese de Taylor Swift. Mientras doblaba cada esquina me puse a pensar en todas las cosas que te podría haber revoleado por la cabeza, ojalá me hubiese ido antes y de paso me llevaba un cacho de torta.

Me topé con la misma tranquera, en el mismo puto auto, con las mangas manchadas de sangre.

Me alegra que no me hayas venido a buscar, si no ibas a tener más historias del bar minado para contarle a tus amigos, pelotudo.


*Luna Piedras tiene 18 años y nació en Tres Arroyos, actualmente vive en la ciudad de La Plata.

Contacto: IG @lunnaenvirgo_

“Siempre pude encontrarme a mi misma en la escritura y después de un año donde tuve muchos cambios a nivel personal, me di la oportunidad de reencontrarme con esta parte de mí. Me gustaría que la gente pueda leer lo que escribo y poder transmitirles distintas emociones con los escenarios que intento describir”.

Foto de portada: «torta de casamiento», Juan Carlos Piola en https://flickr.com/photos/50339785@N00/