Mapuchería, poética de la identidad que se fractura

Por Andrés Russo*


Mapuchería es un prisma y un poliedro en el ámbito de la imaginación pura. Es todas las formas de lo múltiple que no admiten diques de contención, sino que reclaman para sí la policromía de lo indómito.


Mapuchería es la tensión del arco y la flecha (irresoluble como nuestra vida frágil y contradictoria), que dispara voces que pertenecen al coro del silencio, imágenes veladas por el dolor, vértigo por exceso de quietud, sueños que son lúcida vigilia, soledades hermanadas.


Siempre, y en todos los casos, sucesivos comienzos son los que bosquejan, mas nunca definen, a Flora Neculpán. Moradora de lo urbano y su más allá, se proyecta incesantemente sobre la aventura de la frontera móvil, de la experiencia que busca su límite para rebasarlo.


Mapuchería es veneno para quienes nos envenenan y abierta batalla contra los que con sangre siempre han procurado regar la tierra. Lo íntimo se funde en lo político, en una poética de la identidad que se fractura, porque las esencias sin fisuras acaban cobijando las muchas máscaras de la violencia.


Los susurros de Mapuchería son gritos de desgarro, que advierten que «los cielos de la biblia te romperán el corazón». Flora nos muestra que en lo efímero reside el fulgor de lo que perdurará, porque aunque nuestro destino sea la decadencia, nunca será plastificada. ¿Cómo se valora adecuadamente la intempestiva palabra que no pide permiso para ser, que irrumpe, tanto rea como elegante, para el desconcierto de los bien educados en la pureza de la unidad inmutable? Tomá y leé, tal vez lo averigües.



*Andrés Russo. Docente en contexto de encierro. Columnista de contenidos culturales en La Posta de Chacabuco y FM Panamericana de General Pinto. Publicó «Privilegios de un moribundo» (2018) y «El paseante» (2019).

**Imagen de portada “Vorágine Urbana”, de Jean Batista Oliveira https://flickr.com/photos/130052889@N02/