Sedimentos es una antología de artículos periodísticos y también una colección de «despojos de una forma de la literatura», como el propio autor la define. O como señalan en el diario La Gaceta, «una fiesta para lectores entrenados y también una colección de amables puertas para entrar por primera vez en grandes obras».
Publicado por la editorial tucumana La Papa en formato digital, en este libro merodean voces y recuerdos, escritores, obras y artistas, pero sobre todo el resultado de un ejercicio apasionado por la lectura, que sale al rescate de lo fragmentario, lo anecdótico y lo que yace en las profundidades de los textos, como una forma de revisión de la literatura sin salir de la literatura.
Como anticipo, compartimos las palabras que abren el libro:
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Palabras previas
¿Por qué Sedimentos? Porque son los restos de algo, un remanente, lo que drena el río hacia las orillas. Despojos de una forma de la literatura, en este caso; de una literatura ajena, sobre todo.
Artículos, entrevistas, reseñas, homenajes, ensayos breves. De eso se trata. Géneros conmensurables, aptos para la regla del arquitecto o el centímetro del costurero (o mejor: del editor); esqueleto y sutura, cantidad de caracteres. La resultante de la pasión lectora, acaso su única vanidad. Hay, en muchos de ellos, escenarios que unifican, nombres que se repiten.
Durante cuatro años, en Radio Pura, hoy ya fuera de aire, junto a Guillermo Valarino (propietario, switcher master) y Juan Silveyra (una especie de tío espiritual llegado a la pampa profunda desde las fauces de la metrópolis porteña) hicimos un programa llamado “Margaritas a los chanchos”. Éramos felices haciéndolo, y el nombre estaba justificado en eso en que creíamos: poner el mayor empeño al servicio de lo inútil. Nos salió muy bien. Actuábamos con una caradurez extrema y una cordura intachable: éramos capaces de escribirle a cuanto representante de artista o artista mismo se nos cruzase, y lo peor es que nos contestaban. Así se dieron conversaciones al aire con Vicente Battista, Sylvia Iparraguirre, Adriana Varela, Guillermo Martínez, Samanta Schweblin, Néstor Montalbano, Fernando Samalea, Raúl Porchetto, Federico Jeanmaire, Leila Guerriero, Manuel Moretti y Guillermo Saccomanno, entre tantos otros. Supimos tener dos computadoras para grabar las entrevistas, supieron romperse las dos al mismo tiempo, por lo cual perdimos registro de muchas de ellas. De aquellos años quedó un proyecto trunco, el de editar un libro con las entrevistas a esos hermosos personajes. El “rescate emocional” –tal el lema del programa– se quedó con este par de charlas paradigmáticas: Abelardo Castillo y Diego Capusotto.
Ambas se publicaron también, en su paso de la palabra oral a la palabra escrita, en La Gaceta Literaria.
A fines de 2018 me tocó moderar una charla de María Teresa Andruetto. Fue en una escuela pública de pueblo –la misma, oh azar, en la que yo había hecho la secundaria– frente a docentes, alumnos aspirantes a docentes y lectores curiosos. Ya era un secreto a voces su presencia en el Congreso de la Lengua de 2019. Sentarse de cara a algo más de –para qué contarlos– medio centenar de personas, era apenas una abstracción frente a esa voz que se iría desgranando para decir, sin decir, lo que era necesario decirse. “La Tere”, como gustan llamarla los que la conocen y como ella misma gusta llamarse, es una de esos elegidos capaces de modificar el mundo a través de la palabra. Si bien la charla no perteneció al ciclo de Margaritas a los chanchos, tiene la estructura de una entrevista y contempla el mismo espíritu.
Algo similar sucedió con Juan Forn. Tuve la suerte de entrevistarlo como prólogo a un taller que dimos desde Fundación La Balandra, que incluyó, además, un encuentro del autor con sus lectores. Mientras corregíamos la edición definitiva de este libro, Juan se nos fue. Qué mejor ofrenda a ese animal literario que fue, que reproducir sus palabras.
El homenaje al Tano Dal Masetto consta de tres entrevistas (radiales, también en Margaritas a los chanchos: casi como un rito, siempre a de fin de año, para cerrar el ciclo) y un último texto que pertenece al acto que se hizo en su homenaje, organizado por Alejandro Casas, uno de sus discípulos, si es que esa categoría existe, en la ciudad de 9 de Julio. Cruzárselo a Antonio de manera inesperada, pasar por la casa de su hermana Rita para charlar de cosas mundanas cuando andaba de visitas por el pueblo, saber que era suya esa voz tosca que sonaba al otro lado de la línea cada vez que llamaba desde Buenos Aires, era parte de una maravilla que no necesitaba ser piedra preciosa para brillar. La historia detrás de su prólogo a mi primer libro merecería un capítulo aparte.
Del homenaje a Gabriel Báñez no hay mucho más por decir. Está todo ahí, en la década que va del ’97 o ’98 al 2009, en la admiración y el dolor, en el encuentro y la despedida.
A Ricardo Piglia no llegué a conocerlo personalmente. Fue apenas por unos pocos minutos. Iba camino a la entrega del Premio Nuevo Sudaca Border de Narrativa Muy Breve, del que él fue jurado y un relato mío finalista, organizado por Eloísa Cartonera en la época en que estaba en calle Guardia Vieja, cuando mi madre me llamó por teléfono para avisarme de la muerte de mi mejor amiga en un accidente automovilístico. Me recuerdo arrodillado en una esquina olvidada de Buenos Aires, masticando dolor y diciéndome a mí mismo voy a llegar tarde, voy a llegar tarde, aunque ese día, claro, qué importancia tenía llegar tarde a ningún lado. Esta serie de textos dedicados a la obra de Piglia fueron publicados en La Gaceta Literaria, en el blog Libro de arena, del Programa Bibliotecas para armar, en el sitio Letralia y en el de Fundación La Balandra, o bien surgieron a partir de un taller de lectura que organizamos junto a la querida Florencia Zambaglione. En fin, eso, entra otras bellas cosas, nos dejó Piglia: como cita Mónica Lou Yu, “el lector ideal es aquel producido por la propia obra”.
“Domingos” debe su nombre a una selección de textos aparecidos en La Gaceta Literaria, porque ese es el día en que se publica el suplemento (vaya el agradecimiento a Daniel Dessein), si bien algunos surgieron de reseñas para la sección Agenda de la revista Acción Cooperativa (el agradecimiento, ahora, es para el amigo Juan Andrade).
Los dos ensayos breves (“Los enemigos” y “Acercamientos a Paul Auster”) son apenas el producto de quien opera más por asociación que por capacidad analítica. Se publicaron, también, completa o fragmentariamente, en algunos medios gráficos o digitales. Eso, claramente, no les arrima ningún mérito. Tampoco los justifica.
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El autor
Hernán Carbonel escribe para el suplemento literario de La Gaceta de Tucumán y la revista Acción. Da talleres de lectura y produce y conduce programas de radio. Lleva adelante Coda, un club de lectura. Coordina el Concurso Literario Antonio Dal Masetto para la Dirección de Cultura de la Municipalidad de Salto. Publicó los libros Antiguos dueños de la tierra (en conjunto con Mario Méndez y Jorge Grubissich), El chico que no crecía y otros cuentos (Galerna Infantil) y la investigación periodística El caso Arroyo Dulce, con prólogos de Antonio Dal Masetto y Sergio Pujol. Ha colaborado en varios medios gráficos y digitales, y algunos cuentos suyos fueron publicados en diversas antologías.
Más opiniones sobre la obra:
–De sedimentos y falsos anagramas
–Restos reunidos de excelente literatura
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